7 - Violencia hacia la infancia

 

        Ingresamos por lo tanto en otra faceta de la violencia doméstica y/o de género para nada fácil de tratar, si es que consideramos  algún punto de esta problemática como fácil. He escrito en páginas anteriores, sobre los segmentos sociales de mayor vulnerabilidad, encontrándonos en este sentido con los tres más frágiles, y que a la vez, poseen diversificaciones de mayor vulnerabilidad.

    No debemos olvidar que en los sectores vulnerables es donde se generan los focos de violencia doméstica, como consecuencia lógica de no tener entre otras cosas, la consistencia debida para hacer frente a quienes literalmente les usan para convertirlos en víctimas. Obviamente que esos tres segmentos son niños, mujeres y ancianos.

    Tanto este trabajo, como la multiplicidad que hay acerca de esta problemática socio – cultural, tienden a centrarse especialmente en la violencia hacia la mujer. Sin embargo, ensancho dicho esquema, al introducir lo referente a los otros segmentos de la población. Hemos visto como se maltrata a los ancianos, y oportunamente he dicho y lo sostengo aquí, que resulta más fácil detectar actos violentos cometidos contra niños que contra mujeres o ancianos.

    La razón a ello se encuentra en el simple hecho que se da cuando el victimario se pasa de revoluciones, y lleva por sí mismo al niño a ser atendido en el hospital, donde desde allí se brinda parte a las autoridades respectivas, facilitando así su visualización al conjunto social. En diversas oportunidades vemos en la prensa casos de maltrato infantil, quedándonos estupefactos frente a lo que es capaz de hacer una persona mayor con un niño, y más aún si el mismo es hijo del victimario.

    Si bien nuestra actitud frente a esto es de severa indignación y rechazo ecuánime al o a los semejantes que cometen dicho atropello, atendemos el tema como si fuera nuestro propio problema, pero a los pocos instantes quizás nos olvidemos parcialmente de ello, como consecuencia casi lógica de la vorágine en que nos encontramos. No obstante, es bueno señalar que la actitud asumida frente a la violencia ejercida contra niños debe ser de  comprensión y esencialmente de apoyo.  

    Como toda esta problemática se produce en diversos estratos sociales, y en todo el planeta por igual sin distinguir países del primer o tercer mundo, vemos la cantidad que se genera en Estados Unidos, donde en el mes de julio del 2007 por citar un ejemplo de los muchos que se producen, una madre asesinó a sus dos hijas. La policía las encontró encerradas en bolsas plásticas, y al preguntarle a la mujer, ésta inventó una historia nada creíble por cierto. Dijo que como debía ir a trabajar, y no tenía con quien dejarlas, las llevó con ella en el coche, dejándolas en el mismo mientras ella realizaba las tareas, y debido al intenso calor las dos niñas murieron. Evidentemente que la policía no le creyó, y la remitió a la cárcel. En el momento de escribir esto, desconozco si se logró saber el motivo real por la cual las asesinó, pero no cabe duda que la mente de esta mujer estuviera, y está, severamente alterada para cometer dicho acto.

    En nuestro país mientras tanto, y también en el 2007, la opinión publica fue sacudida momentáneamente, pues eso tienen de igual modo las noticias, su momento y luego a otra cosa creyendo o tratando de que así sea, que un hecho se consumó, se informó y pasó. Se habla hasta el cansancio sobre el mercado consumista, y escasamente nos damos cuenta de que ese mercado también lo integra el área de la información.

    Devoramos diariamente decenas de noticias, pero como consecuencia de la vertiginosidad en que vivimos, y por la secuencia rápida que se generan y son difundidas, no nos permiten digerirlas y asimilarlas como deberíamos hacer para poseer naturalmente, una visión más clarificadora de lo que ocurre a nuestro alrededor.

    El suceso a que me voy a referir, es el concerniente a la madre que apuñaló a su pequeña hija de modo salvaje. El caso a nivel policial, fue catalogado como homicidio agravado centrándose en lo que es o representa la violencia doméstica. Pero sin duda, si nos introdujéramos en la mente de esta mujer, como de cualquiera que comete estos actos, hallaríamos profundas perturbaciones emocionales que la hacen reaccionar en un determinado momento de este modo.

    Dichos actos son descargas muy fuertes, producidas por motivos acumulativos. Nada se genera porque sí. Siempre hay una causa, que evidentemente para nada justifica ese accionar. No hay de hecho generación espontánea, y menos para esto. Por supuesto que es a todas luces injustificable.

    No voy a tratar solamente la violencia ejercida contra niños dentro del área familiar, más allá de que este trabajo apunte a ello, sino que la misma como bien sabemos se produce de igual modo en otros frentes, muy vastos y complejos por cierto. Una ejemplificación común la podemos tener y visualizar en los niños de la guerra, cualquiera sea ésta. Vemos como se les da ametralladora, fusiles, etc. en lugar de proporcionárseles material educativo, juguetes, o cualquier elemento acorde con sus edades. En definitiva, se les arma hasta los dientes impidiéndoles vivir una niñez como es debida.

    Lógicamente que resulta inadmisible a todas luces que ello acontezca, en una época en la cual debería estar completamente erradicado ésto. Sin embargo, y pese a las numerosas organizaciones que tratan de frenar este constante deterioro de los derechos del niño, continúa sistemáticamente produciéndose sin que los gobiernos le pongan punto final.

    En esos panoramas corporativos surgen elementos tales como hambre, desnutrición, problemas profundos en el campo psicológico, carencia y desorientación en la faz educativa, conducentes a un importante porcentaje de imperfecciones en el nivel del comportamiento… y no es para menos. Tenemos por lo tanto, una infancia maltratada en dichas áreas, y en otras. Posteriormente, derivará en adultos con severos cuadros depresivos y traumáticos.

    Igualmente los puntos especificados anteriormente, se perciben en otras situaciones alejadas de conflictos bélicos, como son los países del tercer mundo, en los cuales la desnutrición es una constante. La falta de una incentivación en aspectos puntuales, el trabajo infantil, la privación por diversos motivos de realizar los normales juegos infantiles, y por consiguiente el normal desarrollo de la infancia, constituyen actos que de por sí mismos son atentatorios de la funcionalidad que representa para todo ser la niñez.  

    No dudo en decir que todo ello genera impactos en el niño, ya sean emocionales o físicos, convirtiéndose de por sí en violencia. El niño es frágil, vulnerable a todo cuanto se le cruce en el camino, y al igual que el anciano es imperativo tratarlo como su naturaleza lo requiere. Ello es tanto a nivel familiar como general. No se le debe exponer a sucesos que puedan representar un importante daño.

    Es así que en 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño. Este tratado sin precedentes, que ya ha sido ratificado por todos los países del mundo con dos excepciones, explica los derechos de todos los niños a la salud, la educación, condiciones de vida adecuadas, el esparcimiento y el juego, la protección de la pobreza, la libre expresión de sus opiniones y mucho más. Esos son derechos de los que deberían disfrutar todos los niños.

    Algunos puntos o artículos del referido tratado, que me permito transcribir a continuación, han sido emanados y redactados oportunamente tanto para un cabal conocimiento de los mismos, como para un mayor entendimiento y comprensión acerca de lo que se debe hacer en términos generales con la infancia, en aspectos fundamentales.

    Hago la siguiente salvedad, pues el documento es extenso y por lo tanto, expongo los artículos de mayor importancia. Como veremos seguidamente, están redactados si se quiere de un modo sencillo, no obstante lo cual recogen la más elemental esencia. En definitiva, el documento señala que;

Los niños tienen derecho a la libertad de asociación y a compartir sus puntos de vista con otros.

Los niños tienen derecho a dar a conocer sus opiniones.

Todos los niños tienen derecho a una familia.

Los niños tienen derecho a la protección durante los conflictos armados.

Todos los niños tienen derecho a la libertad de conciencia.

Los niños tienen derecho a la protección contra el descuido o trato negligente.

Los derechos deberían aplicarse en el interés superior de los niños.

Los niños tienen derecho a La Protección Contra El Trabajo Infantil, y derecho a la información adecuada.

Los niños tienen derecho a la protección contra la trata y el secuestro.

Los niños tienen derecho a conocer y disfrutar de nuestra cultura.

Los niños tienen derecho a la protección contra todas las formas de explotación y abuso sexual, como así también derecho a un hogar. Concatenadamente a ello derecho a crecer en una familia que les dé afecto y amor.

Los niños tienen derecho a la protección contra el uso ilícito de estupefacientes.

    Ahora bien, todos sabemos que muchos de estos artículos que deberían convertirse en deberes por parte de la sociedad y de sus integrantes, lisa y llanamente no se cumplen, y se explicita ello incluso en uno de sus artículos. Es aquí donde se aprecia una vez más, que pese a los ingentes esfuerzos realizados a todo nivel y en toda área, es profundamente dificultoso el logro y su posible mantenimiento de estos objetivos, que se traducirían en metas.

    Lo que estoy expresando a lo largo de este libro, lo vemos expuesto también desde un trabajo realizado por Chávez Burga, donde manifiesta de modo crítico pero veraz, que en estos últimos años “se ha venido dando una serie de programas y leyes en defensa de los derechos del niño y la mujer. Sin embargo, ¿eso nos asegura el bienestar?, ¿acaso estos programas y leyes bastarán para cesar los maltratos físicos y psicológicos que se producen día a día contra ellos?”

    “Es necesaria una protección legal” -prosigue diciendo- “pero es urgente que nuestra sociedad adquiera nuevos y mejores hábitos de crianza y convivencia. Aún en la posibilidad de parecer alarmista, es menester una reeducación en cuanto al trato familiar, el que lamentablemente para muchos está caracterizado por la violencia, el rechazo y la indiferencia.”

    No cabe la menor duda que para obtener un profundo cambio al respecto, de esta situación se requiere, en un inicio, el replanteamiento de los papeles del padre y la madre frente a los hijos, con el fin de que éstos últimos en el futuro respondan a las expectativas de sus progenitores. Es decir, ajustar los roles, darles cierta flexibilización sin perder desde luego la consolidación de los límites obvios y preestablecidos.

    En este punto me detengo brevemente, para señalar que en variadas ocasiones vemos que ante la inteligencia de estos, los hijos se exceden en las limitaciones adecuadas impuestas por los padres, y se conducen hacia el otro lado de la línea de límites acorde, convirtiéndose en victimarios. De ahí la importancia que tiene el manejamiento y conducción de los respectivos roles.

    Debemos ir, entonces, en búsqueda de las causas que son la semilla de un ambiente familiar hostil y que, consecuentemente, producen una educación errónea en nuestros niños. Esta semilla la he expuesto anteriormente, realizando el respectivo análisis de la misma.

    En un hogar altamente perturbado por diversas circunstancias, se convive con esa perturbación trasmitiéndola a sus componentes, y son los niños quienes con diferentes actitudes la manifiestan, poniendo en alerta al conjunto social que debería (y en muchos casos afortunadamente lo hace) actuar en concordancia con la difícil situación y los aleja de esta, al menos en un gran porcentaje.

    Los niños son las grandes víctimas de los maltratos físicos o psíquicos en el hogar. En los niños, el efecto de la violencia es devastador. Van acumulando trastornos de ansiedad, se convierten en personas depresivas, con un aumento considerable de la conducta agresiva.

    “En la edad adulta, estos niños tienen más posibilidades de padecer trastornos psiquiátricos y conductas suicidas” explica por su parte el doctor José María Sémelas, psiquiatra y psicopedagogo español, aseverando en gran medida lo esgrimido por mí oportunamente, y antes de acceder a este informe, o más bien a esta concisa explicación.” Inclusive dentro de la misma niñez existe un importante porcentaje a escala mundial, de chicos que sufren perturbaciones psíquicas llegando en algunos casos al suicidio, lo cual poco y nada se conoce, tal vez por el hecho de no incorporar más drama a lo que ya tenemos, o porque simplemente no se dan a conocer.

    En agosto del 2007 a través de una señal de televisión de España captada por Internet, pude saber como consecuencia de un informe sobre niños acosadores, que un niño (valga la reiteración) se suicidó arrojándose de un puente. Quien lo narró es padre de otro chico, y expresó: “No sabemos la cantidad de niños que se suicidan en este país, ni cuantos sufren de cuadros depresivos, y están medicados por esta causa.”

    Surge de todo esto una pregunta posiblemente fundamental, ¿Cómo identificar al niño maltratado? El comportamiento de los niños maltratados ofrece muchos indicios que delatan su situación. La mayoría de esos indicios no son específicos, porque la conducta puede atribuirse a diversos factores. Sin embargo, siempre que aparezcan los comportamientos que señalamos a continuación, es conveniente agudizar la observación y considerar el maltrato y abuso entre sus posibles causas.

  • Las ausencias reiteradas a clase.
  • El bajo rendimiento escolar y las dificultades de concentración.
  • La depresión constante y/o la presencia de conductas auto agresivas o ideas suicidas.
  • La docilidad excesiva y la actitud evasiva y/o defensiva frente a los adultos.
  • La búsqueda intensa de expresiones afectuosas por parte de los adultos, especialmente cuando se trata de niños pequeños.
  • Las actitudes o juegos sexualizados persistentes e inadecuados para la edad.

    El maltrato a los niños/as es un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas, que puede producirse en familias de cualquier nivel económico y educativo. El maltrato viola derechos fundamentales de los niños/as y por lo tanto, debe ser detenido. Cuanto antes mejor.

¿Cuáles son las formas de maltrato a niños/as? Pueden distinguirse varias formas de maltrato, que los adultos ejercen sobre los niños:

  • La negligencia que se expresa en desprotección, descuido y/o abandono.
  • El maltrato físico que es toda forma de castigo corporal e incluye también, el encierro o la privación intencional de cuidados o alimentos. El abuso sexual, consistente en obligar o persuadir a un niño/a para que participe en actividades sexuales adultas, frente a las que no puede dar un consentimiento informado.
  • El maltrato emocional, que acompaña a todas las otras, pero que puede ejercerse independientemente de las demás. Por ejemplo, mediante amenazas aterrorizantes, descalificaciones, desvalorizaciones y/o ausencia de expresiones cariñosas.

    A estas formas o modalidades de maltrato, debemos agregar el agotamiento para vivir y trabajar, analfabetismo, enfermedades y malnutrición, envejecimiento precoz, y son evidentemente el hilo conductor desde el cual se puede vislumbrar por parte de terceros, lo que realmente acontece, y ofrecer literalmente hablando esa tabla de salvación, ese salva vidas necesario, que el niño a su modo está reclamando.

    Es el momento de romper esta espiral, que muchos se obstinan en considerar como una inevitable fase de crecimiento de las sociedades en vías de desarrollo, y que si bien en un alto porcentaje se da en estas, también se llega a producir en las consideradas ricas, o dicho de otro modo, del “Primer Mundo”. La desprotección no es exclusividad de ninguna sociedad.

    Quizás en las más pobres se de con mayor asiduidad, por falta de contención en los ámbitos respectivos. Por ello se hace necesario aunar todos los esfuerzos posibles, para crear tanto modalidades paliativas como de prevención. Generalmente son los maestros o profesores quienes se dan cuenta de los episodios de violencia contra los niños, lógicamente a nivel familiar de acuerdo a la funcionalidad originada en las modalidades de maltrato antes indicadas, enmarcadas principalmente en contextos psicológicos.

    Asimismo, es obvio decir que en última instancia quienes también se dan cuenta de lo que sucede en la interna de un hogar, es él o los médicos que atienden al niño de forma urgente, como consecuencia obvia de que a la madre, padre, padrastro, etc. se le fue la mano no solamente en brutales palizas, sino en otras actitudes cuyos indicadores físicos se catalogan de la siguiente manera:

  • La alteración de los patrones normales de crecimiento y desarrollo.
  • La persistente falta de higiene y cuidado corporal.
  • Las marcas de castigos corporales.
  • Los "accidentes" frecuentes.
  • El embarazo precoz.

    Como bien sabemos, el maltrato y el abuso en el niño, no siempre presentan huellas físicas fácilmente visibles, pero siempre dejan su marca en la conducta. La observación sensible, la actitud receptiva y la escucha atenta, son los mejores recursos para identificar al niño/a maltratado.

    Es así que los maestros requieren de especial sensibilidad para detectar si un niño es objeto de maltrato, porque frecuentemente éste por vergüenza o para proteger a otros miembros de la familia encubre la situación. Hay que tener presente que para quien está creciendo en un ambiente violento, la violencia no es cuestionada e incluso, puede parecer el único modo de expresar los afectos.

    A menudo, y cada vez con mayor frecuencia, vemos a niños y adolescentes violentos, y ello se lo achacamos a la televisión, a los videos juegos que si bien es cierto que poseen una importante carga de violencia, no nos damos cuenta que en buena medida ello le ocurre por estar en un ambiente hostil, y él como forma inconsciente para que se den cuenta de su situación, genera factores de conducta agresivos, que además de atraer la atención, se activan como reflejo de todo el panorama por el cual está atravesando. Un padre y/o una madre agresivos y/o abusadores, significan un peligro real para la salud y la vida del niño, pero generalmente son su principal o único referente afectivo, apegándose en la mayoría de los casos  a  éste.

    El niño se puede encontrar solo, y no puede descifrar bien lo que le sucede a su alrededor, aún cuando en muchos casos se hace entender. De ahí la importancia que tiene una buena comunicación no solo a nivel familiar, sino también social, aunque él por sí solo no logre comunicar fehacientemente lo que le está sucediendo, y por lo tanto la importancia de la predisposición de los maestros, profesores, u otras personas mayores que se encuentren en su entorno para saber lo que le sucede, de acuerdo a las pautas anteriormente expuestas. Además, me permito decir que la violencia de los padres produce un sentimiento contradictorio de afecto, rechazo y dependencia emocional en el niño, y obviamente se siente incomodo provocándole irritabilidad que es a la vez frenada por la violencia ejercida por los padres.

    Nos encontramos así frente a una posible espiral o círculo, ya que a mayor irritabilidad de unos mayor la de otros. Es decir, los padres al ver que sus hijos se ponen de esta manera, pretenden someterlos aún más a su actitud de arbitrariedad. Por supuesto que debemos separar lo que es por decirlo de algún modo, la educación convencional pautada por los métodos habituales, de lo que es la arbitraria y prepotente. No dudo para nada que en muchas ocasiones, los padres, tutores, etc. se deben poner fuertes, ya que los niños se extra limitan de lo común. Pero es en ese momento donde se tiene que ir con mucho cuidado para no irse hacia el otro extremo.

    Lo dicho en páginas anteriores, y lo ejemplifico con mayor profundidad aquí y ahora. Muchas veces vemos ya sea por la calle, o en casa de un amigo o familiar, que la madre o padre rezonga fuertemente a su hijo, dándole incluso alguna bofetada o golpe, y creemos que se trata para corregir, y lo que en verdad estamos asistiendo es a los síntomas de los procesos violentos que tienen lugar dentro del hogar. Cuando apreciamos esto deberíamos intentar de averiguar muy cautelosamente desde luego, la interna que se desarrolla dentro de éste.

    No se puede por lógica, prejuzgar una cierta actitud sin tener la debida certeza o confirmación de que ello acontezca. Por eso se hace necesario en caso de ver un hecho de estas características, entablar un vínculo con la víctima, en este caso niño/a a fin de que desde su perspectiva, nos narre su situación y posteriormente exponérsela a la madre o padre, para observar la reacción de estos, aunque en líneas generales y por razones obvias de ser cierto desacreditarán los dichos de éste. Solo en situaciones límite, el padre/madre se quebrará y explicará su versión de los hechos, y de ahí se podrá deducir lo cierto de lo falso.

    Claro, en ciertos casos los niños viven bajo un estado de temor extremo que no les permiten plantear a terceros lo que les sucede, y ello les genera estrés abrumador con sus respectivas consecuencias. El modo de estallar, literalmente hablando por supuesto, que tienen los niños frente a estas situaciones, es a través de los problemas de conducta y comportamiento que hemos apreciado, y que como expresé anteriormente, hace que su visualización pueda ser en parte más fácil de interpretar. Y precisamente, el saber o poder interpretar sus necesidades, conlleva a la interiorización de su modo de ser y de actuar.

    Evidentemente, ante el aumento de la violencia doméstica contra niños, y la incertidumbre creada de si esa bofetada es correctiva o no, las autoridades están tomando ciertas medidas oportunas a nivel nacional. En el planeta, aproximadamente 276 millones de niños sufren maltrato familiar y social, cifrado éste además de otras facetas que estamos observando, en lo concerniente a los niños en situación de calle en la mayoría de las naciones por igual.

    Esos niños sufren varios aspectos a la vez, ya que por un lado son carentes de afectividad, aun viviendo con sus padres pues estos por factores psicológicos relacionados directa e indirectamente con el estado de marginación en que están inmersos, no les permite o se les hace muy duro brindar precisamente afecto. La vida les golpeó duramente, haciéndoles perder ese sentimiento. Generalmente podemos ver dentro de este panorama, que sus padres les hacen trabajar en la calle. Lo vemos esto a diario, ya sea cuidando coches, limpiando parabrisas, pidiendo limosna, y en el peor de los casos, ejerciendo la prostitución.

    Según cifras de UNICEF, en Uruguay hay cerca de 400.000 niños que se encuentran en la pobreza, y si tenemos en cuenta de que la población de nuestro país no supera los tres millones de habitantes, realmente es alarmante dicho número. Son niños que evidentemente se crían en pésimas condiciones económicas, sociales, y por supuesto cultural, todo lo cual redunda dentro del contexto de la problemática que estoy tratando, ya que la violencia también se pauta de este modo. Es decir, creando en alrededor del niño procesos marginales muy fuertes, que suelen perturbarlo durante su existencia.

    Otro punto a tener en cuenta, pese a que también lo sabemos, es que si los niños por desgracia no consiguen obtener dinero, al regresar a su casa son víctimas de brutales palizas, terminando en la mayoría de las ocasiones en algún hospital, desde donde se da cuenta a las autoridades respectivas.  

    Por otra parte, esos niños luchan contra el hambre, las inclemencias que ofrece ese estado de abandono social tremendamente injustificable. Luchan contra una sociedad que al igual que a sus padres, lo único que les da es ese estado perplejo de marginalidad. Crecen sin rumbo fijo, totalmente desorientados frente a esa maldad que sin querer ellos, los va moldeando de un modo absurdo, erróneo, cayendo muchos de ellos en la cruel trampa que implica la droga, llámese hoy por hoy pasta base, alcohol, etc. o bien en la prostitución y todos sus profundos y lamentables vericuetos.

        Retomando lo expresado anteriormente, en el sentido de que nuestros legisladores se encuentran abocados a crear medidas jurídicas que palien en algo la escalada de violencia doméstica y/o de género que se abate en este caso especifico sobre los niños, expreso que el 11 de julio de 2007 en el portal infobae.com, se publicó bajo el título “No más bofetadas correctivas” la siguiente información, citando como fuente a la agencia de noticias TELAM. “El Senado uruguayo debatirá una ley que deja sin efecto el castigo aplicado a los niños por sus padres y cambiará así la legislación actual, que legitima la cachetada como sistema correctivo o disciplinador.

    El proyecto que propone prohibir cualquier tipo de apremio físico contra niños y adolescentes fue aprobado en la noche del pasado 10 de julio en comisión. En el momento de insertar esta información, el Senado de la Republica se apresta a darle la  respectiva forma de ley y aprobación, lo cual ya fue realizado, y de esa manera integrarla al sistema jurídico.

    Según lo publicado por el diario El Observador y difundido por la agencia ANSA, con esa medida, Uruguay será el primer país americano que abolirá el castigo corporal y humillante a la infancia, constituyendo de hecho un paso altamente significativo en la materia.
    El Código Civil uruguayo establece que "los padres tienen la facultad de corregir moderadamente a sus hijos" y extiende la aplicación de esa "corrección moderada" a los tutores. En el artículo 1º de la nueva ley se establece que:

    “Se incorpora al Código de la Niñez y la Adolescencia el siguiente artículo:

Queda prohibido a padres o responsables, así como a toda persona encargada del cuidado, tratamiento, educación o vigilancia de niños y adolescentes, utilizar el castigo físico o cualquier tipo de trato humillante como forma de corrección o disciplina de niños, niñas o adolescentes.

Compete al INAU, el Instituto del Niño y el Adolescente del Uruguay, en coordinación con las demás instituciones del Estado y con la sociedad civil:

a) ejecutar programas de sensibilización y educación dirigidos a padres, responsables, así como a toda persona encargada del cuidado, tratamiento, educación o vigilancia de las personas menores de edad.

b) Promover formas de disciplina positivas, participativas y no violentas que sean alternativas al castigo físico y otras formas de trato humillante”.

    A todo esto es importante señalar, y por sobre todo informar que el miércoles 25 de abril del 2007 fecha en que se conmemora el Día Internacional de la Lucha Contra el Maltrato Infantil, se realizó el lanzamiento del Sistema Integral de Protección a la Infancia y la Adolescencia contra la Violencia (SIPIAV), en un acto que tuvo lugar a la hora 10 en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo.
Este sistema abordará integralmente el problema de la violencia contra niños, niñas y adolescentes.
    El SIPIAV articulará las políticas y programas de atención a esta problemática existentes y las acciones que desarrollan: el Instituto de la Niñez y la Adolescente en el Uruguay , la Administración Nacional de Educación Pública, el Ministerio de Salud Pública, el Ministerio del Interior y el Programa Infamilia del MIDES. A partir de la implementación de este Sistema se brindará capacitación a operadores del INAU y otros agentes comunitarios, se instalará un modelo de atención específico para niños, adolescentes y familias que padecen o han sufrido situaciones de violencia, se revisará la legislación vigente en esta temática. Y se atenderá directamente a 350 núcleos familiares que padecen situaciones de violencia contra niños, niñas y adolescentes.

    La ley sobre violencia doméstica, sancionada en 2002, prohíbe expresamente la violencia contra el hombre o la mujer, pero no hace referencia al castigo físico a niños o adolescentes. Por lo tanto, se llena así un vacío legal de indudable importancia, y tratará de corregir un problema no menos acuciante. En relación a la ley en cuestión, el periodista Emiliano Cótelo de Radio El Espectador efectuó una entrevista a la Senadora Margarita Percovich, donde se desgrana el tema. Seguidamente algunos fragmentos de la misma.

    “E.C. Senadora Percovich, ¿cómo llega al debate político uruguayo un proyecto con este contenido?

    M.P. Por iniciativa de las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con los temas de niñez y adolescencia. En general teníamos un vacío legal que no estaba explicitado claramente y a raíz de nuestra presencia como país en Ginebra el Comité de Derechos del Niño nos hace una serie de recomendaciones al Estado con relación a vacíos en la legislación pero también a políticas públicas. Como en Uruguay hacía muchos años que no hacíamos un informe sobre nuestras responsabilidades con relación a la niñez y la adolescencia, allí hay una serie de recomendaciones sobre los vacíos legislativos. Y esta es una de ellas, expresar claramente la prohibición de castigos físicos o tratos degradantes, como dicen los instrumentos internacionales. De eso se trata.

    EC - ¿Por qué se necesitaba una norma aparte? ¿Por qué esta situación no queda abarcada por la legislación sobre violencia doméstica, por ejemplo?

    MP - Nosotros entendemos que está abarcada. El problema es que la ley de violencia doméstica, que cubre a todos los sujetos vulnerables al interior de las familias, no tiene medidas de precaución específicas para la niñez y la adolescencia, se ha centrado más en el maltrato, en el castigo físico entre adultos. Los jueces no la utilizan para la niñez y la adolescencia, esa es una de las críticas que les hacemos a los jueces de niñez y adolescencia, que no utilizan la ley de violencia doméstica, porque no está claramente expresado. Además en el Código Civil está claramente expresado que entre los adultos no debe haber relaciones violentas, eso está penalizado, las agresiones están penalizadas y catalogadas, pero no existía este tipo de normas aplicables a la relación entre los adultos y los niños y los adolescentes. Es un adelanto en nuestra legislación el reconocimiento de los niños, las niñas y los adolescentes como sujetos de derecho.

    EC - Quizás haya todavía algún matiz más, porque muy posiblemente no estemos hablando de las situaciones más graves de violencia doméstica que puede vivir un niño en una casa, esas que cada tanto aparecen en la prensa, casos de castigos permanentes, verdaderos infiernos que han tenido que pasar algunos chicos en sus propias casas. Porque el proyecto que se votó en el mes de agosto en el Senado apunta a algo menos grave que eso, más suave que eso, a la costumbre que muchos ni siquiera se cuestionan de utilizar como método correctivo en la relación con un niño un golpe. Apunta a eso.

    MP - Exacto, apunta mucho más a que reflexionemos culturalmente, porque acá no estamos creando un delito. Muchas veces se me ha preguntado cómo se castiga, pero no estamos creando una norma que haya que estar inspeccionando, a ver qué pasa al interior de la casa o de la relación entre los adultos y los niños. Apunta a reflexionar en las instituciones, en las escuelas, en los liceos, en el INAU, en las instituciones deportivas y, por supuesto, en la relación de padres o tutores con los niños y las niñas cómo marcamos los límites a las conductas de esas personitas o personas que van creciendo de forma no violenta.

    EC - Mientras la escuchaba revisaba el texto del artículo, -expresa el periodista-. Dice que queda prohibido utilizar el castigo físico o cualquier tipo de trato humillante como forma de corrección o disciplina de niños, niñas o adolescentes.

    MP - Exacto, porque ese es el lenguaje que se utiliza en los instrumentos internacionales, tanto para los adultos como para la niñez y la adolescencia. Lo nuevo es que lo incorporamos para la relación con la niñez y la adolescencia.

    EC - Me llamó la atención cuando me tocó estar en Nueva Zelanda en el mes de junio que acababa de votarse en el Parlamento de ese país una norma de este tipo, exactamente igual. Por lo visto hay una tendencia.

MP - En el ámbito internacional el Comité de Derechos del Niño está impulsándolo como una forma de empezar a cortar esa espiral de violencia que termina después en las relaciones entre los adultos pero que empieza en la construcción de la personalidad de los niños y las niñas.”

    Es importante destacar, que la norma fue impulsada en nuestro país por una organización no gubernamental llamada Arco iris. Esta institución les presentó a los parlamentarios uruguayos en su momento, una encuesta que demuestra que si bien la mayoría de las personas consultadas en el área metropolitana manifiesta usar como método de corrección la penitencia o prohibirle a su hijo lo que más le gusta, 51% estaría dispuesto a usar en cualquier momento el castigo físico en plan de corrección y 68% justifica el uso del castigo físico en algún caso a la hora de modificar una conducta.

    Esta actitud violenta por sí misma, si la analizamos, obedece a múltiples factores que se pueden vincular entre si, teniendo como ejemplo que si una madre, padre, tutor, etc. llega abrumado por algo a su casa, con el primero que se descarga es justamente con el niño. Esto pasa quizás mayormente en el vínculo madre/hijo/a ya que el padre se la agarra literalmente hablando, primero con su esposa o pareja. Cuando descarga su ira contra éste, es porque el niño sin querer encendió la mecha, y se puso en el ojo de la tormenta. Me permito destacar, que al final de este capítulo desglosaré la referida encuesta, dado que en ella se aprecian datos porcentuales de importancia, y que lógicamente, merecen ser difundidos para apreciar en que sociedad nos hemos convertido, dónde estamos parados, y cómo somos en realidad sin generalizar por supuesto, ya que las generalizaciones nunca son buenas en ninguna área. Dicho en términos poco académicos, no se debe poner a todos en la misma bolsa.

    Dentro de los diversos talleres y seminarios internacionales que se han realizado en el 2007, voy a citar seguidamente el denominado “Uruguay, país libre de violencia doméstica”. Dicho evento organizado por el Inamu, se realizó en el marco de un convenio con el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, con el apoyo de la Agencia Internacional de Cooperación Española. Estuvo dirigido a los participantes del Programa de Capacitación Multidisciplinaria en Violencia Doméstica, a los integrantes de las Comisiones Departamentales en Violencia Doméstica y a personas vinculadas a la detección, abordaje y tratamiento de este problema. 

    Desde el matutino La República se informó al respecto, y sobre el punto específico a la niñez, la representante de ANEP psicóloga Alicia Fernández, subrayó que es “difícil implementar el tema en la agenda educativa por múltiples causas, y aseguró que en la niñez, además de la violencia doméstica, existen el flagelo del suicidio y las violaciones".

    Enfatizó que la violencia doméstica es particularmente problemática entre niños y adolescentes, ya que "atenta contra la salud mental y física de nuestra futura generación". Para finalizar, la licenciada María Elena Mizrahi, coordinadora del Sistema Nacional de Protección e Integración del INAU, consideró fundamentales las reuniones del Consejo Consultivo para que se coordinen estrategias que eviten superposiciones, y así garantizar los derechos de los niños y adolescentes. También hizo referencia a la instalación de centros de servicio de atención en los centros comunales. "El mundo adulto juega un papel fundamental en la violencia de los niños. Ellos no son los culpables", concluyó.

    Como podemos apreciar se está trabajando a buen ritmo, y en un alto nivel en la estructuración y puesta en marcha de diversas herramientas paliativas, que puedan generar en algún momento el freno imprescindible a la escalada de violencia contra los niños específicamente en este caso, y no cabe duda como lo expresó la licenciada Mizrahi, los adultos, su mundo, es el causante de la violencia de los niños, y por supuesto no solo contra ellos, sino en otras dimensiones de la misma que a la vez se llega a diversificar en los planos comúnmente conocidos por todos.

    Evidentemente, todo ello atenta hacia la salud física y mental, y sobre ello tomemos como base un ejemplo harto elocuente, como lo es la violación y el abuso sexual perpretado por padres, padrastros, etc. y en ese etcétera se concentran tíos u otros integrantes del grupo familiar. También se da ello fuera del contexto familiar como apreciamos anteriormente, pero se da en situaciones bélicas, o bien dentro de ese sub mundo de la pederastia al cual observamos anteriormente. Veamos el siguiente caso que sirve lógicamente de ejemplo, narrado para este trabajo, y como en los demás casos el nombre es ficticio a fin de preservar su verdadera identidad. Todo lo demás que se narra es por supuesto, verídico.

    Verónica es una joven mujer de 34 años de edad, que reside actualmente en una populosa zona de Canelones. “Nací en Montevideo, y me crié en un barrio alejado del centro de la ciudad. Cuando tenía dos años mi padre falleció, y al poco tiempo mi madre se juntó con su cuñado, el cual se había separado de la hermana de mi mamá. Éramos cinco personas viviendo en un rancho construido por mi padre. Yo soy la segunda hija, pues tengo como se puede suponer tres hermanos. Del menor mi madre quedó embarazada según pude saber, un poco antes de morir mi papá.”

 

    -¿Cómo recuerdas tu infancia?

 

    “La recuerdo muy complicada, y sobre todo traumática. Si bien no conocí bien a mi padre, su muerte me marcó hondamente. Además, mi madre se ocupaba muy poco de nosotros. Nos soltaba (literalmente) a la calle, mientras ella trabajaba en alguna casa, o de lo contrario se pasaba buena parte del día acostada, o bien sin hacer nada. Mis hermanos y yo íbamos de un lado para otro, recorríamos el barrio, o bueno lo que conocíamos de él pero sin rumbo fijo. Era si se quiere, una especie de aventura, y de hecho éramos aventureros por necesidad, ya que como dije, nuestra madre no se ocupaba mayormente de nosotros, y ello se acrecentó cuando se juntó con aquel hombre. Desde ese momento comenzó mi calvario, y te cuento porque.”

    “Yo en ese tiempo ya tenía cinco años, y registraba en mi mente lo que sucedía en mi derredor. Claro, lo hacía con la simpleza de mi edad. Un día ese hombre me empezó a tocar mis genitales, y mientras lo hacía me decía que si le contaba algo a mi madre, le golpearía duramente a mi hermano menor, y luego haría lo mismo conmigo. Así estuvo varios días, manoseándome, hasta que en cierto momento (día) me dijo que ahora era mi turno. Yo no comprendí, y él me dijo que se trataba de un juego. En palabras textuales me dijo, ahora me tienes que tocar tú ahí abajo.

    “Esto duró varios días, -prosigue narrando Verónica- y pese a no saber bien de que se trataba, me sentía incomoda, molesta. Un día se lo conté a mi hermano mayor que tenía siete años. Lo hice en lenguaje infantil, pero me entendió pues se lo contó a mamá, y esta en una tarde que aquel hombre me estaba manoseando, ingresó de manera impetuosa a la habitación con un cuchillo en la mano, y según recuerdo le dijo que se fuera. De lo contrario lo denunciaría.”

    “El hombre se fue, pero al día siguiente le propinó una brutal golpiza a mi madre, luego de lo cual me violó a mí Por lo visto, era tal nuestro griterío, que recuerdo que los vecinos llamaron a la policía, encarcelando al hombre. Estuvo unos pocos años preso, y cuando mi madre supo que había salido, nos vinimos a este asentadero de Canelones donde me pudiste ubicar, pero te puedo asegurar que si bien logré salir de ese infierno, me quedé fuertemente marcada dentro mío, y trato dentro de mis posibilidades de que a mis hijos no les suceda lo mismo. Es muy feo te lo puedo asegurar.”

    Verónica tiene actualmente dos hijos que van a un merendero cercano adonde residen, y tanto los chicos como ella están integrados y contenidos por los demás integrantes, y lógicamente por la comisión encargada del merendero. La pareja de Verónica trabaja en el rubro de la construcción, y fue el pilar fundamental para que la joven saliera de ese pozo.

    Al preguntarle ¿Cómo se sentía actualmente, y que podía rescatar de esa experiencia por la que tuviste que pasar? Verónica me respondió:

    “Como te dije, Gustavo, mi pareja me ayudó un montón especialmente brindándome su cariño, amor y comprensión. Pero te puedo asegurar que pasé mi niñez y juventud verdaderamente estigmatizada, y llena de temor. Veía a aquel hombre por todos lados, y durante un buen tiempo tuve pesadillas donde lógicamente aparecía él. No creo poder expresar con simples palabras el sabor amargo que deja dentro de quienes sufrimos estas experiencias traumatizantes. En mi juventud, cuando iba a los bailes y algún muchacho se acercaba para invitarme a bailar, dentro mío sentía en un primer momento el rechazo propio que produce el temor.”

    No quiero caer en reiteraciones sobre como quedó Verónica más allá del apoyo brindado por su pareja. En páginas anteriores di el suficiente material para visualizar lo que sintió en su momento esta joven, y lo que siente actualmente, pese a que ella exprese que su herida cerró, se cicatrizó. Ninguna herida psicológica cicatriza definitivamente, y menos aún cuando esta tuvo lugar en la niñez por los elementos oportunamente aportados y esgrimidos.

    Para finalizar este capítulo, doy algunas cifras que bien son útiles para tratar al menos de reflexionar, y poner más acento aún en las medidas incorporadas recientemente, y que sin duda se irán incorporando en la lucha y posible prevención de la violencia contra la infancia, fundamentalmente en nuestro país. Yo siempre parto de la base de que todo dato es bueno, y por supuesto interesante para cotejar y poner sobre la mesa de análisis diversos componentes.

    En 1999 UNICEF y la Consultora Cifra, realizaron una encuesta desde la cual se concluyó que en el 39 % de los hogares uruguayos, los niños sufrían algún tipo de violencia. Este porcentaje se desglosó en su momento de la siguiente manera: 15 por ciento era victimas de violencia física grave, 17 por ciento de violencia física leve, mientras que el 7 por ciento se encontraba dentro del contexto de violencia psicológica.

    Por otra parte, la ONG Arco Iris en el año 2005 efectuó otra encuesta, desde la cual se aprecia que el 67 por ciento de los adultos de San José, Montevideo y Canelones consideran que se justifica pegar a un niño o a un adolescente, y un 51 por ciento creía o cree que es necesario darle una palmada o cachetada a un menor. El sondeo indicó que el 32,2 por ciento de los 900 encuestados, cree que en ninguna situación el golpear es justificable.

    Entre quienes sí son partidarios de algún tipo de castigo físico, 10 por ciento lo aprobó cuando hay desobediencia hacia los padres, 9,7 por ciento cuando saca dinero sin permiso, 9,2 por ciento cuando golpea a un hermano o a sus progenitores, y un 8 por ciento cuando no estudia.

    El abanico porcentual como vemos es muy amplio, y aunque las proyecciones se realizaron mucho antes de la idealización, conformación y aprobación por parte del Senado de la ley que prohíbe los castigos corporales a los niños, creo que todos los encuestados continuarán en la misma tesitura, ya que la misma se encuentra fuertemente enraizada dentro de nuestro seudo nivel cultural, mostrando y demostrando el grado de violencia que la sociedad uruguaya en concreto posee, y lo que resulta más estremecedor es el hecho de que un buen porcentaje de los encuestados, hace una defensa explícita a la violencia física, dejando atrás otros métodos de corrección más simplistas, como lo eran por ejemplo la prohibición a salir a jugar, a mirar televisión, etc.

    No dudo en decir que estas medidas hacían su impacto a nivel psicológico. Pero evidentemente que hay una enorme brecha entre las medidas citadas, y las referidas a las físicas que redundan en los diversos trastornos clínicos, que al final culminan en muchos casos en la órbita hospitalaria, y posteriormente en la judicial con el consiguiente desmembramiento que ello trae aparejado.

    En tren de sugerencia me permito exponer que sería literalmente bueno, retomar esas medidas correctivas aludidas anteriormente, y que son a la vez mecanismos por los cuales se pueden generar los debidos y adecuados límites que en todo grupo familiar bien conformado, y no utilizar obviamente la metodología violenta reseñada.

    Como dije al principio de este trabajo, las diferentes modalidades de violencia evolucionan para mal lógicamente de los seres humanos, y esta faceta de la violencia doméstica no escapa a ello. Se articula este proceso de negativa forma, llevando al abismo social.

    Obviamente que hemos visto casos como por ejemplo del compositor Beethoven, a  quien desde chico su padre propinaba fuertes golpizas. Y como él tantos otros niños que a lo largo de la historia han sido víctimas silenciosas de la brutalidad ejercida bajo el pretexto de conducirlos por la buena senda de la educación.

    Y a este respecto, traigo a colación cuando en los centros escolares se castigaba al alumno dándole golpes en los nudillos de las manos con la regla o listón, y en algunos casos se les golpeaba en la cabeza, o se les hacía arrodillar durante toda la clase, encima de objetos punzantes, lesionando no solo las rodillas o la parte del cuerpo que fuese, sino ocasionándole un nivel de humillación tanto frente a sus compañeros de clase, como frente a sus padres pues estos al enterarse de que su hijo había estado en penitencia, lo volvían a poner. La humillación se padecía por partida doble, si cabe el término.

    En el caso de la violencia provocada por los maestros y profesores afortunadamente se revirtió la situación, más allá de que a veces nos encontramos con algún caso de estas características. Que los niños muchas veces suelen sacarnos de las casillas es completamente cierto. Pero para nada  justifica los métodos de violencia común  empleados.