Prológo

Luego de haber leído el libro de Ramón Ciuca Díaz, se me brinda el enorme privilegio de prologar el mismo. La intención de Ciuca  no es realizar un sesudo y denso libro de sociología o psicología, que pueda contribuir a la historiografía académica de una élite y que corra el riesgo de llegar a aburrir a los lectores.

Con  lenguaje adecuado, para que lo puedan entender todos, el libro nos introduce en el oscuro mundo de la violencia doméstica, del cual mucho hablamos. Sin embargo,  los resultados no van de la mano con toda esa verborragia destinada a ese tipo de conducta. La violencia doméstica es un delito, por el que muere en nuestro país una mujer cada 9 días. Los fenómenos de violencia son resultantes de las relaciones de discriminación y poder desigual que existen entre los seres humanos Así, las personas sufren situaciones de violencia por su condición de clase, discapacidad, orientación sexual o identidad de género. La violencia contra la mujer se inscribe en este marco de discriminaciones sociales pero interviene además un factor específico: su condición de mujer. La violencia ha sido y sigue siendo una de las problemáticas más graves que sufren las mujeres de todos los sectores sociales, económicos y culturales . Va más allá de  lo particular privado de la pareja. Constituye un problema de Derechos Humanos.
Los diferentes estudios e investigaciones van confirmando sistemáticamente que los modos y calidades de vida de las mujeres y varones son desiguales, así como diferentes sus impactos y consecuencias. Los derechos humanos y los derechos de las mujeres en particular vienen siendo reconocidos en las últimas décadas en el ámbito del Sistema de Naciones Unidas, en las legislaciones nacionales y municipales..

En la primera Asamblea de la ONU en el año 1948, en su artículo 2, se plantea que " cada individuo es titular de todos los derechos y libertades fijadas en esta declaración sin distinción de ningún tipo, ya sea de raza,. color o sexo".
Pero nada puede cambiar en el  día a día sino parte de nosotros mismos. Empezar por desengrillar a mujeres, a niños y a hombres que están unidos y acostumbrados a que la violencia sea el lenguaje diario de una familia.
 Ciuca recorre una serie de conductas, vínculos y personalidades de la Historia, que denotan un trabajo de pesquisa inteligente, como  también haber bebido en las fuentes correctas de información sobre este tema.
Esconder la cabeza como el avestruz, ser indiferentes ante el sufrimiento de nuestros semejantes y socios del silencio atroz y cómplice que permite hacer perder una vida antes que denunciar una situación de violencia, es recorrer el camino de los cobardes.

El libro de Ramón Ciuca Díaz debe ser leído y releído conectándolo permanentemente con la realidad psicosocial del Uruguay.
 
                                                                        SANTIAGO TRICÁNICO
                                                                         

 

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